viernes, 16 de enero de 2009

La contratransferencia y Freud




Clásicamente se argumenta que Freud veía a la contratransferencia como un obstáculo, pero no se dice más. ¿Cuáles son las referencias que hace Freud al tema? ¿Cuál es y cómo puede ser entendida su propuesta? Me propongo hacer un breve y crítico regreso a la perspectiva de Freud.
a) La contratransferencia en Freud

El vocablo contratransferencia hace su primera aparición en la obra freudiana durante el discurso inaugural del 2do Congreso Internacional de Psicoanálisis, llevado a cabo en la ciudad de Nuremberg el año 1910. En tal oportunidad, Freud (1910) señala que la contratransferencia "se instala en el médico por el influjo que el paciente ejerce sobre su sentir inconsciente". Resultaría menester que el analista vislumbrara y dominara tales sentimientos, de modo que sus complejos y resistencias no influyeran en la comprensión de las problemáticas presentes en el analizando. En las ‘Puntualizaciones sobre el amor de transferencia', Freud (1915) vuelve a centrar su atención sobre este término al apuntar que el terapeuta puede obtener un "esclarecimiento valioso y una buena prevención de una contratransferencia acaso aprontada en él", al discernir el enamoramiento de la paciente como una respuesta a la situación analítica y no como vinculado a características propias de su atractivo personal.

Es claro que Freud no analiza la cuestión en demasía y que, de ninguna forma, elabora una teoría acerca de la contratransferencia. Sin embargo, algunos aspectos se deben recoger de lo por él expresado. En primer lugar, destaca que los fenómenos contratransferenciales se han instalado en el analista por influencia del paciente. Este efecto, que seguramente podríamos atribuir a los actos y características de este último, responde a un contexto particular, en este caso el escenario analítico, donde el analizando es capaz de ocasionar en el psicoterapeuta una serie de emociones.

Por otra parte, este influjo que se ha desplegado sobre la persona del analista, afectaría su sentir inconsciente. ¿Qué quiere decir Freud, cuando expresa que se afecta el sentir inconsciente del analista? ¿Este perturbar se debe al desvelo de los conflictos internos del analista, a la identificación del analista con la problemática presente en el paciente o una revelación en la persona del analista de algo actual y operante en la relación terapéutica? Lamentablemente, Freud no es lo suficientemente claro respecto a su enunciado del sentir inconsciente, abriendo el camino a diversas y contradictorias manifestaciones. Aunque no sabemos cuál es el rango de amplitud que abarca este sentir inconsciente, la segunda pregunta planteada podría permitir una introducción a su contenido y una iluminación preliminar. Al respecto, Freud se inclinaría por la primera de las tres opciones propuestas, entendiendo el surgimiento de este sentir inconsciente (al menos parte de él) como la expresión de resistencias existentes en el analista que no se han logrado elaborar por medio del propio análisis; o sea, el analista no ha podido desprenderse de ellos. La contratransferencia nos estaría hablando de una deficiencia analítica, de una dificultad existente en el hacer analítico que por obra y pujanza de un paciente, fuerza al terapeuta a enfrentarse a aspectos de sí mismo que no ha conseguido o no ha querido ver, provocando un punto ciego en su capacidad para adentrarse en los elementos reprimidos del paciente.

A partir de lo anteriormente señalado se podría desprender la suposición de que la elaboración de tales contenidos a través del propio análisis impediría que tales conflictos inconscientes del psicoanalista afectaran nuevamente su práctica ante un paciente de similares características (1), obteniendo una especie de barrera profiláctica. El propio análisis sería el camino a seguir, en miras a evitar la aparición de lo contratransferencial, una vía de escape a tales sentimientos y un mejor desarrollo de la posición de neutralidad. ¿Ahora bien, es realmente posible esto? ¿Adquiere el analista una protección constante por obra del análisis didáctico? ¿Reduce el terapeuta los elementos contratransferenciales gracias al examen de sus problemáticas inconscientes? No cuento con la experiencia como para dar una respuesta a estos cuestionamientos. Y si bien quisiera dar una contestación categórica, ya que creo que este tipo de preguntas ameritan tal prototipo de respuestas, sólo podré plantear una aproximación establecida por medio de elucubraciones un tanto arbitrarias. Me parece que el propio análisis, por más completo que este pueda resultar, nunca lleva a una desaparición de lo contratransferencial. Y eso no porque el análisis didáctico haya fracasado, sino simplemente porque Freud se equivoca al reducir lo contratransferencial a un derivado de los conflictos no desenvueltos.

De forma alguna cuestiono la importancia de que el analista, "si ha de estar en condiciones de servirse de su inconsciente como instrumento del análisis, tenga (él mismo tiene) que llenar en vasta medida una condición psicológica" (Freud, 1912). Es fundamental que el terapeuta haya experimentado la posición del paciente, que conozca o se interiorice en la influencia de lo inconsciente en su transcurrir psíquico, al mismo tiempo que vislumbre (2) los complejos y resistencias que ciegan su capacidad para centrarse en los asuntos de su cliente. No obstante, lo que sí cuestiono es la homologación de lo contratransferencial a resistencias al desarrollo del trabajo analítico. La concepción que entrevé lo contratransferencial como un obstáculo, lleva al posterior diseño de estrategias que permitan sobrepasar dicha valla, en vez de enfrentarse a tales sentimientos y a intentar darles algún sentido y orientación, contentándose con referirlos a retoños de resistencia y a restarles toda significación productiva en el proceder analítico. Al hacernos partícipes de ese juicio nos aproximamos a la creencia en una capacidad purificadora del análisis, la cual funcionaría al mejor estilo de la expiación de los pecados por medio del sacramento de la confesión.

Reducir el elemento contratransferencial a una ruptura de la técnica del analista, a un fraccionamiento de la posición de neutralidad, es no concebir en su totalidad la riqueza de tal fenómeno. Es la muestra de que Freud, aunque revolucionario en su proyecto psicológico, no pudo escapar totalmente a la influencia del pensamiento positivista.

b) La perspectiva positivista en el psicoanálisis freudiano

‘¿Qué es del analista y qué es del paciente?' Cuestionamiento que surge una y otra vez entre alumnos (y profesores) de psicología con orientación analítica. La constante duda por el sitio de procedencia del conflicto, es la resultante de la eterna duda freudiana.

Tal pregunta no sólo es válida, sino que resulta necesaria si nuestro énfasis está puesto en ayudar al paciente. La definición de los límites resulta esencial para iniciar y desarrollar la cura, la identificación de lo propio y lo ajeno nos guía en el rumbo de la interpretación, permitiendo posicionarnos como observadores parciales de los sucesos presentes en el otro. Sin embargo, esta pregunta puede, al mismo tiempo, llegar a entorpecer el trabajo terapéutico si cae en paradigmas rígidos, poco comprensivos y con tintes de positivismo.

Freud peca en este último aspecto, al no lograr deshacerse, en múltiples ocasiones, de una exploración al nivel del sujeto - objeto y al preocuparse de relaciones lineales. Pese a desarrollar una técnica que enfatizaba los aspectos emocionales del paciente, su práctica se basaba en la asociación, en la reconstrucción y en la creencia fervorosa en la existencia de una ‘esencia patológica'. En vía a desarrollar esta idea, convocaré y examinaré una frase de Freud, expresada en ‘Sobre la psicoterapia de la histeria':

"Ahora bien, esos temas muestran una segunda manera de ordenamiento: están -no puedo expresarlo de otro modo- estratificados de manera concéntrica en torno del núcleo patógeno. No es difícil señalar qué constituye esa estratificación, ni la magnitud creciente o decreciente siguiendo la cual se produce ese ordenamiento. Son estratos de resistencia, creciente esta última hacia el núcleo, y con ello zonas de igual alteración de conciencia dentro de las cuales se extienden los temas singulares" (Freud, 1895).

Mediante este escrito, Freud sentaba las bases para aquello que con posterioridad sería llamado psicoanálisis. Estructuraba, de dicha manera, un esquema global y comprensivo que le permitiese adentrarse en las características de las neurosis, en la búsqueda de un método que permitiese su cura. Sin negar la interesante pretensión freudiana y su agudeza incesante, no se puede sortear el sentir cierta extrañeza ante el pensar (3) desde el cual surge su comprensión de la neurosis. Cuando habla sobre un núcleo patógeno, describe la existencia de un centro patológico a partir del que se ha establecido la enfermedad, establece una causa central y un punto de referencia que las intervenciones terapéuticas han de contrarrestar en miras al restablecimiento de la salud del paciente. Tal intelección y concepción sobre el mantenimiento y el tratamiento de las neurosis viene dada desde el modelo médico, donde por medio del aislamiento de variables se espera inferir la causa primera y definitiva, ocasionadora del cuadro en cuestión. El núcleo patógeno actúa como tal causa primera y definitiva, ‘existiendo en el paciente y conformando la esencia de su padecer'. Sólo desde él se establecen otros contenidos secundarios que, aunque intervinientes y vinculados al hecho primero, no poseen su jerarquía ni relevancia para la mantención de la neurosis.

Freud matiza esta terminología, estableciendo la existencia de múltiples núcleos patógenos causantes de la enfermedad. De este modo, complejiza la estructuración de la neurosis, al percatarse del gran número de complicaciones que tienden a aparecer frente el terapeuta durante la intervención clínica. Los hilos lógicos, que han de identificarse, se conectan entre sí de maneras enredadas requiriendo de una alta dosis de esfuerzo del analista, quien debe seguir su pista y desenredar las enmarañadas y oscuras vinculaciones conformadas. ¿Se ha escapado de una visión determinista - positivista, al establecer un modelo mucho más completo y complejo? No, simplemente se ha determinado la existencia de más elementos, de más relaciones a advertir, pero el énfasis es el mismo, a saber: existen núcleos patógenos ocasionadores de la neurosis, a partir de ellos existen elementos de menor importancia que de todas formas deben ser revelados; todas las unidades se conectan por medio de hilos lógicos, nuestra tarea es seguirlos y formar un orden. Las causas (núcleos patógenos) existen en la persona y se hallan delimitadas; el área de origen está, sólo que todavía no la hemos descubierto. ¿Acaso no es ésta la eterna premisa del pensamiento positivista y del paradigma cientificista?

Ahora bien, al plantear que Freud no consiguió escapar totalmente al influjo del positivismo no sólo estoy apuntando a que se vio marcado por él, sino que, al mismo tiempo, deseo expresar el hecho de que tampoco se dejó encandilar completamente. Su interés por el afecto de las personas, por más que haya sido iluminado a la luz de la teoría de la libido, sobrelleva un riesgo, del cual un estricto positivista nunca podría haberse hecho cargo. El afecto en sí mismo somete cualquier modelo conceptual a determinado descontrol y, por tanto, se aproxima en eso más a un nivel comprensivo - hermenéutico que a un diferencial - estructurado - cuantitativo. ¿Además, concebir que la cura se puede establecer por el habla, acaso no importa ya una ruptura? ¿Pensar en el lenguaje como el camino de restablecimiento no se anexa a una constante fluctuación entre la estabilidad y la inestabilidad, entre la duda y el saber, en el sentido de que resulta complicado identificar cuál ha sido la palabra analítica (intervención) que ha marcado un fuerte impacto y acercado al paciente a la salud? En función de esto, quisiera aclarar y hasta cierto punto rectificar lo que he dicho. Freud no pudo escapar ni ser ajeno a la perspectiva epistemológica dominante en su época, pero tampoco se sometió por completo. Él marca una distancia ante esa visión, posesionándose en un lugar intermedio entre lo cientificista y lo comprensivo.

No me he referido a este asunto del positivismo sin tener un objetivo en mente, es decir, sin tener en cuenta los fenómenos contratransferenciales. De todas maneras, requería desarrollar tal asunto primero, para poder exponer la siguiente idea. A mi parecer, Freud debido a su constante oscilación entre la visión positivista y la postura interpretativa, no pudo apreciar lo contratransferencial en toda su magnitud e importancia. Seguramente, cuando hubo de experimentar sentimientos durante su práctica clínica, no pudo más que huir de ellos y restarles su valor terapéutico. Ante el impacto, prefirió ver en sí mismo una deficiencia y una resistencia, y no un material útil, considerando que le no era posible asirlos desde los conocimientos, conceptos y teorías que había desarrollado. La no cuantificación de lo contratransferencial en términos de la teoría de la libido, la no comprensión de dichos fenómenos a la luz de posibles relaciones sujeto - objeto y la dificultad intrínseca que conlleva el que el investigador tenga parte (4) en el proceso científico, despertó en Freud una desconfianza enorme. Después de todo, Freud esperaba, como aún se estima conveniente en la investigación científica, que quien guiara el proceso se mantuviera al margen, de modo que la problemática de estudio se expresara en todo su esplendor. La idea es operar como un espejo y proceder como un cirujano (5).

c) La relación entre la transferencia y la contratransferencia, según Freud

Freud (1915) indica: "Para el médico significa un esclarecimiento valioso y una buena prevención de una contratransferencia acaso aprontada en él. Tiene que discernir que el enamoramiento de la paciente le ha sido impuesto por la situación analítica y no se puede atribuir, digamos, a las excelencias de su persona".

¿Cuál es la importancia de esta frase? Su relevancia está en que expresa la vinculación existente entre lo transferencial y lo contratransferencial, de acuerdo a Freud. Entonces, será menester estudiarla por parte.

En ciertos casos, "una paciente mujer deja colegir por inequívocos indicios, o lo declara de manera directa, que, como cualquier frágil mujer, se ha enamorado del médico que la analiza" (1915). Este enamoramiento exteriorizado es una respuesta y consecuencia a la situación analítica, es una manifestación de tipo transferencial. Freud agrega que al comprender la intromisión de la transferencia en este enamoramiento, el terapeuta podría prevenir la aparición de dispositivos contratransferenciales; o sea, discernir la aparición y revelación de lo transferencial, funciona como una protección; colegir que el paciente está desarrollando una transferencia, y obviamente captar el contenido de ésta, permitiría refrenar la aparición de lo contratransferencial.

Intentando obtener una regla general y, por tanto, yendo más allá de la mera situación en que durante el trabajo terapéutico se desenvuelve una transferencia amorosa, podría pensarse que lo contratransferencial siempre germina en el analista debido a la exposición de éste a una particular transferencia del paciente. Lo contratransferencial se hallaría referido, en todo momento, a los conflictos del paciente, indicándonos, si es que hemos sido capaces de adentrarnos en tales sentimientos y no los hemos desechado por estar rompiendo la posición de neutralidad, algo acerca del conflicto inconsciente de aquel; actuaría como una referencia indirecta que se vive en la persona del analista y que daría luces sobre el funcionamiento psíquico. Sin embargo, el manejo de lo contratransferencial no constituiría tarea sencilla ya que, para ello, sería necesario tener bien claro la transferencia que el paciente despliega. De otro modo, no sería inusual confundir cualquier sensación corporal o sentir inconsciente actuante en el analista, como referido a un influjo del paciente y a un derivado de sus características.

Referencias

Freud, S.

(1895). Sobre la psicoterapia de la histeria.

(1910). Las perspectivas futuras de la terapia psicoanalítica.

(1912). Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico.

(1915). Puntualizaciones sobre el amor de transferencia.



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(1) Esto sólo lo planteo al modo de una conjetura. No necesariamente me estoy refiriendo a sujetos con diagnósticos similares.

(2) Al utilizar la palabra vislumbrar, deseo expresar una experiencia que vincula el conocer y el desconocer; un paso entre la intelección y la incertidumbre.

(3) Lugar a partir del cual Freud percibe, describe y observa los eventos

(4) Como partícipe, como variable interviniente.

(5) Ver ‘Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico' (Freud, 1912).

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