viernes, 16 de enero de 2009

Yo y Ello, Yo y Aquello




"Wo Es war, soll Ich werden (1)" (Freud, 1933).

Esta conocida frase de Freud, traducida y entendida de muy diversas maneras, constituirá el centro de mi exposición. Intentaré profundizar en el tema de la intervención terapéutica, y en particular en el papel de la interpretación, desde la consideración freudiana del objetivo y fin de análisis.

De la Parra plantea que los procesos terapéuticos que tienen como factor común al marco comprensivo psicoanalítico, pueden ordenarse en un continuo que va desde el polo expresivo al polo de apoyo. En el polo expresivo nos encontramos con estrategias clínicas que buscan, según una famosa invitación freudiana, "hacer consciente lo inconsciente". En esa orientación han de alinearse las intervenciones del analista, con el fin de aumentar la capacidad del paciente para "entender los significados y orígenes inconscientes de sus síntomas y conducta" por medio del ‘insight' (De la Parra, 649). La principal herramienta clínica es la intervención. En el polo de apoyo, en cambio, la mejoría se consigue por medio del vínculo paciente - terapeuta. La cura, alcanzada a través de la experiencia emocional y del desarrollo de una relación primaria reparatoria, no busca hacer conscientes los conflictos ni generar un cambio estructural sino, más bien, reforzar las defensas (ni omnipotentes ni deficientes). "En la práctica esto se traduce en reemplazar la interpretación sistemática por intervenciones que incluyan: sugestión, abreacción, recordar al paciente un buen funcionamiento anterior, manipulación, confrontación en relación a conductas peligrosas y desincentivar conductas maladaptativas" (De la Parra, p. 655).

Cuando De la Parra expresa que las psicoterapias psicodinámicas cercanas al polo expresivo buscan "hacer consciente lo inconsciente", entiende la expresión freudiana (2) de un modo similar a como es concebida por la psicología del Yo. En otras palabras, De la Parra considera que el objetivo del análisis, y de la psicoterapia de orientación analítica, es fortalecer al Yo a expensas del Ello, entregando al primero las energías o pulsiones que han sido arrebatadas al último. Al domeñar las pulsiones del Ello mediante la interpretación, se posibilita el engrandecimiento del Yo, el cual, en adelante, posee mayor libertad en su manejo del triple conflicto: con el Ello, con el Súper Yo y con la realidad externa. En contraste, cuando De la Parra señala que las psicoterapias próximas al polo del apoyo esperan fortalecer las defensas del aparato mental en desmedro de una investigación de lo inconsciente, estas (las terapias de apoyo) parecen alejarse de la máxima freudiana (3). El fortalecimiento de las defensas implica un fortalecimiento del Yo respecto a su mayor adecuación y funcionamiento global, pero no un crecimiento en términos de una adquisición energética. Aunque el Yo es capaz de administrar sus defensas de una forma más eficiente, no consigue desanudar los conflictos, manteniendo prácticamente intacto al reservorio de las pulsiones.

Es lógico, desde lo recién expuesto, plantearse ciertas preguntas: ¿Es adecuada la interpretación que del precepto freudiano, hacen De la Parra y la psicología del Yo? Suponiendo que así fuese, ¿Puede ser la psicoterapia de apoyo una técnica propiamente psicoanalítica, considerando que no se elaboran las problemáticas del Ello? ¿Por qué? El primer cuestionamiento quedará pendiente por ahora. De la segunda duda, sí me haré cargo. Así, aunque la psicoterapia de apoyo puede ser de gran utilidad en el tratamiento de determinados pacientes, a mi entender no es una intervención debidamente psicoanalítica. No pongo en tela de juicio su utilidad, mis reparos no van en esa dirección, sino que critico su inclusión en el ámbito analítico, ya que dicho espacio está reservado para la técnica y el pensar que tienen a lo inconsciente en el centro de sus preocupaciones. De la Parra dice que "el apoyo se puede llamar psicoanalítico, cuando inspirado en la teoría analítica gratifica algunas necesidades arcaicas pre-edípicas o propende a su represión" (p. 655). Sin embargo, dicha explicación no es satisfactoria ni suficiente. No responde al marco creado por Freud ni a su mayor descubrimiento, lo inconsciente.

Winnicott, por su parte, aborda directamente el tema de la interpretación. Nos cuenta que el material del paciente está constituido tanto por su relato como por sus comunicaciones no verbales, al tiempo que da cuenta de las dificultades que pueden aparecer en el momento de interpretar estos elementos. Además señala los problemas que involucran la interpretación apresurada, haciendo alusión a la interpretación sistemática de la transferencia desarrollada por los analistas kleinianos, y la interpretación ‘inteligente', básica y esencialmente apoyada en terminología psicoanalítica - kleiniana, en este caso - y lejana a la experiencia concreta del paciente. Finalmente, considera que la interpretación forma parte de la construcción del insight y destaca que es mejor "adherir al principio de reflejar el material presentado" (p. 255) en vez de hacer interpretaciones ‘inteligentes' que vayan más allá de lo que permite la confianza transferencial.

Winnicott nos muestra a la interpretación como una herramienta de trabajo indispensable en la labor analítica. Mantiene como norte el criterio freudiano cuando la vislumbra como una porción fundamental en la construcción del insight, o sea, cuando la plantea como un mecanismo que permite desamarrar los conflictos inconscientes del sujeto. Más allá de la incertidumbre que envuelve al enunciado freudiano, es interesante recoger los consejos concretos y claros que Winnicott entrega para la práctica clínica: interpretaciones no apresuradas y en el momento correcto, interpretaciones que puedan ser aprehendidas por el paciente, interpretaciones no formuladas en lenguaje técnico, interpretaciones cuando hay material y confianza transferencial adecuadas y el valor del silencio del analista. Si Winnicott entiende a Freud en un sentido parecido al de la psicología del Yo, no lo podemos desprender de este texto. No obstante, en función de lo que Winnicott expresa en otras comunicaciones, me parece que no es así (4).

Miller dice que en la concepción tradicional, "la interpretación juega en la relación entre un enunciado 1 y un enunciado 2, que constituiría el desciframiento del primero" (p. 17). Miller hace referencia a la perspectiva clásica de la interpretación, en otras palabras, al proyecto de traducir el relato del paciente. Desde esta concepción se busca hacer consciente lo inconsciente, dándole a entender al paciente la ‘respuesta correcta' que se oculta detrás de su discurso. El paciente entrega A y se le devuelve A'. La propuesta de Lacan es ir más allá y considerar la causa del deseo, ya que la interpretación no es, ni debe ser, una mera traducción. La interpretación debe ser un dicho que no va sin decir. ¿Qué quiere decir esto último? Para comprenderlo será útil la frase que he propuesto como foco.

Cuando se interpreta la máxima freudiana al modo de un reemplazo, una substitución del Ello por el Yo, tal como la comprende De la Parra, la interpretación funciona únicamente como una transcripción. Los contenidos inconscientes contenidos en el relato son descifrados para que el paciente los pueda conocer. Lo que era inconsciente es ahora consciente, el Yo ha crecido en desmedro del Ello. En divergencia, cuando Lacan propone que la interpretación es un dicho que no va sin decir expresa que la tarea no es traducir, sino dar cuenta de la existencia de la falta, dar cuenta de la existencia de lo inconsciente. La interpretación quiere dar a entender que hay un sujeto barrado, un sujeto que es mordido por el lenguaje (sobre dicha carencia se hace discurso). Todo esto conlleva a que el axioma freudiano no pueda ser entendido como un reemplazo. De modo, que me parece más acorde con la propuesta lacaniana la interpretación de dicha frase desde el contexto de una evolución, ya que ésta, al mismo tiempo que involucra cambio, incluye mantención. En la evolución se construye algo sobre lo ya existente, o sea se recoge lo primero para construir, desde él, lo segundo. El Yo se construiría sobre el Ello, sin reemplazarlo, aceptando que como construcción secundaria es sólo una imagen configurada desde y sobre la falta original (5) (por eso todo dicho, oculta un decir; todo acto yoico, oculta lo inconsciente (6)).

En último lugar, Stern señala que en el proceso de cambio actúa ‘algo más' que la interpretación. Él entiende a la interpretación en un sentido tradicional, aspecto que ya ha sido abordado y no vale la pena reiterar (hacer Cc lo Icc). La parte novedosa de su propuesta está en proponer que al interior de la relación terapéutica se da una dimensión implícita compartida que es, a la vez, intrapsíquica e intersubjetiva. Según Stern, "una vasta serie de conocimientos implícitos referentes a las muchas maneras de estar con los demás, continúan a lo largo de la vida, incluyendo muchas de las maneras de estar con el terapeuta que denominamos transferencia" (p. 209). Esta ‘relación implícita compartida' se hace consciente por medio de los ‘momentos de encuentro', pero no en la dirección de hacer consciente lo reprimido, sino creando "algo nuevo en la relación que cambia el ambiente intersubjetivo" (p. 222).

Cuando Freud indica que "donde Ello era, Yo debo devenir", hace referencia a un cambio intrapsíquico (sin importar cuál comprensión post-freudianas sea la más adecuada). Lo que Stern formula no contradice el razonamiento freudiano, va más allá de él. La consideración del espacio intersubjetivo, la consideración de lo interrelacional, nos invita a ampliar los objetivos de la terapia analítica, con lo que, tal vez, sea menester pensar que el fin de la cura analítica va más allá de lo inconsciente a nivel interno, incluyendo el actuar de lo inconsciente en nuestras relaciones con otros. La invitación queda abierta.

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(1) "Where Id was, Ego shall be" o "Donde Ello era, Yo debo devenir"

(2) Hago referencia a la frase central de este escrito

(3) Según es comprendida por la psicología del Yo. (Si me interesa recalcar esto, es a causa de las diferentes interpretaciones que se han hecho de la frase freudiana).

(4) Ver "El uso de un objeto y la relación por medio de identificaciones", en Realidad y Juego

(5) Esta interpretación podría no ser adecuada desde la teoría lacaniana, ya que es una comprensión personal.

(6) Se lo podría vincular con el tema de las formaciones de compromiso.

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